Por David R. Lorenzo
El conocido presentador de noticias de televisión, Roberto Cavada, fue protagonista en esta semana en la República Dominicana de intercambios de opiniones, preguntas y acusaciones, algunos de ellos groseros e insultantes con seguidores de varias redes sociales, que ha sido objeto de críticas.
El cruce de sables en Twitter e Instagram se debió a un viaje de ida y vuelta a China en un avión de la empresa Helidosa, propiedad del candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Gonzalo Castillo, para cubrir el operativo de búsqueda de medicamentos e insumos médicos para combatir el coronavirus.
En un reportaje realizado por el canal de You Tube “Chalas TV”, y publicado también en el portal Montecristinew.com, se da cuenta que todo comenzó el 17 de abril de este 2020, cuando en su cuenta de Twitter, el también reconocido y polémico periodista Marino Zapete dice: “ La gran pregunta: Cavada irá a cuarentena cuando regrese de china?”
Ese cuestionamiento desató el intercambio. Que se inició con el comentario de una de sus seguidoras llamada Angi: que dice: “Cavada en cuarentena feliz con el dinero que le robó al pueblo”, a lo que el comunicador responde: “y mujerzuelas como tú”.
Otro, identificado como Mauricio Minaya dice: “Que se quede allá”, a lo que el presentador de televisión le contestó: “pero tienes que mandarme a tu mamá…sólo será muy aburrido”. También, Joseph R. García dice: “Cavada dime y entonces!!! Me tiene jarta con su doble moral !!!”, y Cavada contesta: “Bebé …póngase aparatos en los dientes. Bocona”.
Otra identificada como Alondra, escribe: “fue a China en un jet privado, la cuarentena la pasará en el Palacio”, a lo que Cavada le respondió: “entre tus piernas”.
La Polémica también se produjo en Instagram, cuando un seguidor identificado como francis_pena 02 publicó: “¿Por qué venderse al mejor postor cuanto tienes una carrera profesional y credibilidad intachable?”, a lo que el comunicador respondió: “y tú eres un imbécil más que hablas sin saber. Repites porque tienes dos neuronas en la cabeza, pero es así. Ya pasará”.
Sobre el particular, cabe preguntarse por qué se producen estas agresiones verbales en la web y en medios de comunicación, muchas veces entre personas civilizadas y hasta entre intelectuales y literatos.
Como hemos escrito en artículos anteriores, el insulto tiene múltiples conceptualizaciones y facetas y el insultador y el insultado, varias categorías.
El insulto es una categoría del lenguaje y la escritura que procura comunicar en pocas palabras con un alto contenido emocional y exceso de la razón, con la intención de intentar sacar del combate o herir profundamente al insultado.
También es la forma de agresividad que tienen muchas personas de expresar y escribir sin filtros lo que sienten y piensan, y alcanza su mayor expresión en las redes sociales, principalmente Twitter, que de todas, es actualmente la perfecta para encender la hoguera de la discordia.
Igual, se utiliza para intentar ofender, humillar, menospreciar, descalificar y degradar a un adversario, y se abre paso y se afianza cada día, a tal grado que poco a poco está siendo aceptado en la sociedad por su uso frecuente y la falta de consecuencias jurídicas.
Cuando se insulta, ya sea por motivos político, racial, religioso, sexo o condición social, muchos se llenan de satisfacción al descargar toda su ira contra personas que a veces no conocen o no la han tratado, y sienten mucho más placer, cuando otros iguales le siguen la corriente.
Hay quienes entienden que al insulto hay que responderle rápidamente, porque si no se convierte en resentimiento y odio. Entonces, cuando se responde unas veces con delicadeza y otras como mayor agresividad, se produce un insulto al insultador.
Pero soy de lo que cree que es mejor guardar silencio, por ser más importe que las palabras, ya que es democrático, respetuoso, tolerante, nos consuela, nos redime, nos permite escuchar otras opiniones y hace que nos encontremos con nosotros mismos.
También, somete a las palabras, como lo hace la luz a la noche. Nos da paz en medio de la tormenta y, para muchos, les permite tener una conversación con Dios.
Igual, nos evita confrontaciones y que ganemos nuevos enemigos. Le amarga la vida a los envidiosos, beligerantes, patarucos, arribistas, mentecatus, iracundos, egocéntricos, gañanes, tontos, zoquetes, divisionistas, intolerantes, farsantes, desequilibrados y malandrines, porque nos pone en resguardo de los perversos. Si aprendemos a guardar el silencio, el nos reguardará a nosotros.
En cuanto al insultador, personalmente lo clasificamos en a) el insultador casual; b) el insultador incapaz; c) el insultador compulsivo y patológico; d) el insultador odiador; e) el insultador intelectual, y f) el insultador literario, a quienes en este trabajo no definiremos porque se nos haría muy largo.
Igualmente, diremos que la lexicología del insultador es bien amplia y variada, y mientras más mentecato se es, o más fama se quiera ganar, más grosero es su lenguaje
En el caso que nos ocupa, hubiese preferido el silencio frente a los insultadores, en lugar de responder como una forma de desahogo, pero no lo juzgo, porque cada ser humano, por muy pacífico y pensante que sea, en algún momento de su vida, pierde el sano juicio, y para sentirse feliz necesita descargar sus emociones, aunque estén carentes de cordura