“Si no tenemos paz en el mundo, es porque hemos olvidado que nos pertenecemos el uno al otro, que ese hombre, esa mujer, esa criatura, es mi hermano o mi hermana”.
-Madre Teresa de Calcuta.
(Poema dedicado a las familias envueltas en violencia intrafamiliar. Una voz de un hijo, hacia sus padres…)
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Los golpes de la vida te hacen uno
con ellos;
cada vuelo, cruzando un mismo
cielo.
Me duele el tuyo como si fueses
mi propia sangre…
como a tí te dolerá el de otros.
¿Dónde te vas esperanza,
si la vida es arrebatada
sin un mínimo de compasión?
¿Hacia donde dirijo mis huellas
si se pierden en el polvo desértico
de mi desolación?
¿Crees que muerte le has dado a mi
espíritu? No.
Hace tiempo que ya se había ido
en el miedo encubierto, detrás de mis ojos
brillando en total oscuridad…
Las semillas que sembraste la has dejado
sin terreno, sin techo, ni ilusión.
Tierra…solo tierra en sus cabezas sobre cuerpos
(No vacíos)
abiertos en hemorragia de tu mal amor.
Padre, madre…
¿A quién pido clemencia?
¿A dónde dejo caer mis oraciones
porque las fuerzas flaquean,
y no me siento escuchada?
¿Cuáles pasos sigo si los tuyos
han perturbado mi razón?
Mi piel siente a golpazos
las causas de tu dolor…
(Décima)
Calla dolor cuando dueles
Aprietas fuerte mi pecho
Ya no mires a mi techo
¡Cruje bien alto si puedes!
Esta criatura que temes
al mirarle fijo sus sienes,
es lo único que tienes
olvidado en tu consciencia
sembrando tal experiencia.
¡Pavor me dejas si vienes!
Guarda de mí tu recuerdo
no entiendo desafíos.
Ira en psiquis; desvíos.
No es lección, no seas cuerdo,
¿Grito a mi mismo si muerdo?
La piel que sola desgarra,
hacha que sube, agarra
¿No ves que por ti no duermo?
Si en mis ojos no calmo…
Es herida que no cierra.
Suyo el mirar, tan nuestro.
Clara luz en tempestades.
Serenos, hablen verdades;
edifiquen nuestro centro.
¡Adentren en mi adentro!
Retornen quietas las noches,
de a poco cesen reproches.
Que de paz nos llenaremos,
de calidez saciaremos
aquellas perdidas noches!