Por: Salvador Reims
Quizás no pase mucho tiempo para que usted se encuentre en la situación de acudir a un restaurante dominicano para degustar una comida criolla, y al pedir la carta se encuentre con que ya el menú incluye un par de platos de gastronomía haitiana. Puede que por curiosidad se dirija al dueño del restaurante y afable le pregunte cómo es que un restaurante dominicano dispone en su oferta de platos haitianos, a lo que el empresario muy amablemente le responderá que su restaurante se encuentra en la República Dominicana y que, por tanto, también debe disponer de gastronomía haitiana, puesto que se trata de un negocio con visión global y de integración, que también debe dar servicio a sus clientes haitianos, que cada vez son más.
Con toda probabilidad usted quede algo sorprendido por la respuesta y sentado en su mesa reflexionará: ¿puede esto significar que poco a poco mi país ira cediendo en identidad hasta el punto de que llegue un día en el que restaurantes como este disponga de una carta compartida a la mitad de platos dominicanos y haitianos. La respuesta es, lamentablemente, sí.
Las últimas estadísticas que se reflejan en los medios de comunicación reflejan que ya el 15% de los nacidos en la República Dominicana son de ascendencia haitiana, pero esa no es la noticia, el fondo de la información es que se trata de una tendencia ascendente, por la que en dos décadas fácilmente un 33% de la población compartirá el español con el creole, razón por la que no se extrañará de ver, por ejemplo, publicidad posicionada en esa lengua anunciando, también por ejemplo, apartamentos en sectores característicos haitianos.
Viene aquí el quid de la cuestión: ¿se trata de que el inmigrante se adapte a la cultura y el modo de vida del país que lo acoge? ¿o se trata de abrir las puertas no solamente a personas que, sin ponerlo en discusión, vienen a ganarse el sustento decentemente, que demás vienen a instalar su civilización de modo que su influencia empiece a ser determinante en sectores como la educación y la política?
Enorme discusión. Será entonces cuando irrumpa en escena un partido político que prontamente será calificado de populista por no pocos sectores, que proclamará algo así como: República Dominicana primero. El líder de esa formación, que logrará bastantes seguidores, prometerá levantar un muro en la frontera, proteger a los trabajadores locales que se estén quedando sin empleos, y puede que proclamará la imperiosa necesidad de instaurar para ciertos bienes una estrategia proteccionista. ¿Les suena? Pues quedan ustedes avisados.