Maradona: un astro por siempre, que venció las drogas y el alcohol

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Por David R. Lorenzo

Tomo un fragmento de mi libro “El Adicto” publicado en el 2017, en la que describo parte de la vida de Diego Armando Maradona, quien lamentablemente murió este miércoles, para ilustrar a los jóvenes sobre lo peligroso que es la drogadicción y los demás vicios, y la necesidad de buscar orientación para poder alejarse y recuperarse de esa enfermedad, tal como lo hizo el propio jugador argentino.

Diego Armando Maradona nació el 30 de octubre de 1960 en Lanús, Buenos Aires, Argentina y es considerado por muchos como el mejor jugador de futbol en la historia de ese deporte y de los mundiales de esa disciplina.

La mano de Dios y el gol del siglo

Con la selección argentina, había lucido su destreza en el combinado que ganó el campeonato mundial juvenil, en Japón (1979). Pero donde lució toda su magia y su figura brilló más que nunca, fue en el mundial de México, en 1986, cuando su habilidad impresionó a los millones de espectadores y televidentes que seguían esa competencia.

En los cuartos de finales, en un enfrentamiento entre Argentina e Inglaterra, que 4 años antes habían peleado militarmente en lo que se conoce como: “La Guerra de Las Malvinas”, los latinoamericanos vencieron a los europeos 2 goles por 1, uno de ellos llamado “La mano de Dios”, y el otro, “El gol del siglo”, ambos anotados por el jugador suramericano.

“La mano de Dios” es el nombre con el que se conoce el primer gol anotado por Maradona, en el partido de cuartos de finales, celebrado el 22 de junio en el Estadio Azteca, de ciudad de México.

Para algunos entendidos ese gol debió ser anulado, porque visiblemente se notó que Maradona pudo haber metido el balón con la cabeza, ayudado con uno de sus puños, en el partido contra Gran Bretaña, infracción que no pudo ser observada por los árbitros.

Al preguntársele al jugador, si en verdad el balón lo introdujo con ayuda de una de sus manos, respondió que no, que había sido con “la mano de Dios” y con ese nombre se conoce históricamente ese famoso gol.

El segundo es llamado: “El gol del siglo”, pues para anotarlo el jugador descargó destreza, difícilmente superable, cuando partiendo desde el extremo de su propio campo, correteó con el balón y dribló a cinco jugadores británicos y al portero, y luego pegó un zurdazo para introducir el balón dentro de la portería y anotar el gol memorable.

Sus inicios con las drogas

El primer contacto con las drogas, confiesa Maradona, en su autobiografía: “Yo soy el Diego”, tuvo lugar entre 1982 y 1983, cuando jugaba en el Barcelona de España y lo atribuyó, según dijo, “a su agitada vida privada”.

Su primer doping positivo se produjo el 17 de marzo de 1991 mientras jugaba con el equipo de Nápoles, cuando se le detectó consumo de cocaína, por lo que fue suspendido durante quince meses.

La situación seguiría empeorándose, cuando el 26 de abril de ese año fue allanado su apartamento en Buenos Aires, por tenencia de drogas. Allí fue arrestado por la policía.

En septiembre de 1991, la justicia italiana lo condenó a 14 meses de cárcel en suspenso, por tenencia de estupefacientes.

“Me cortaron las piernas”

Uno de los momentos más vergonzosos de su relación con las drogas lo vivió en el mundial de Estados Unidos de 1994, cuando a vista del mundo entero fue acompañado por una doctora a hacerse otro examen antidoping, el más relevante de su vida.

En esa oportunidad Argentina jugaba contra Nigeria, y cuando se le hizo el examen se le detectaron cinco sustancias prohibidas: efedrina, norefedrina, seudoefedrina, norseudoefedrina y metaefedrina.

Fue suspendido durante 15 meses, por lo que tuvo que dejar vergonzosamente la selección argentina. Por la suspensión y por no poder terminar con la selección, Maradona dijo otra de sus famosas frases: “me cortaron las piernas”, a lo que Julio Grondona, presidente de la AFA para la época, respondería: “él se cortó las piernas solito”.

El juego ante Nigeria se convirtió en su último partido con la albiceleste, como se le conoce a la selección nacional argentina, por los colores del uniforme, blanco y azul. Pese a que logró regresar a las canchas el 30 de septiembre de 1995, debió alejarse en agosto de 1996 para recluirse en una clínica de rehabilitación en Suiza.

Tras el retiro del fútbol activo, el 27 de octubre de 1997, día que cumplió 37 años, las drogas siguieron su curso. Se sometió a terapia intensiva en el Sanatorio Cantegril, en enero de 2000, mientras estaba de vacaciones en Punta del Este, Uruguay.

Ingresó a la clínica por una crisis hipertensiva y por una arritmia ventricular. Su representante Guillermo Cóppola dijo que no eran las drogas, sino la hipertensión lo que causó su hospitalización.

Tras salir de la clínica, el 18 de enero de ese año, se fue a vivir a Cuba donde inició otro tratamiento de rehabilitación. En abril de 2004 tuvo otra crisis en Argentina, comenzando otra desintoxicación, en una clínica neuropsiquiátrica.

Por otro lado, en 2007 su problema fue el alcohol, que le causó una “hepatitis química, aguda y tóxica”, por lo que le fue necesario empezar otro tratamiento en la clínica psiquiátrica Avril, en Argentina.

A las dos semanas de tratamiento, en las que se rumoró su muerte, fue dado de alta. La genialidad, la fama y el dinero no fueron suficientes en la vida de Maradona. Dos vicios nefastos empañaron su gloriosa carrera, el de las drogas y el alcohol. Al final su vida, lucía rehabilitada, porque entendió el problema y buscó ayuda sobre una enfermedad como la adicción, que puede destruir al más fuerte.

En una oportunidad, en el 2001, dijo al pronunciar un discurso de despedida, en el estadio La Bombera, colmado con más de 65 mil fanáticos: “el fútbol es el deporte más sano del mundo. Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”, sentenció ante el aplauso cerrado de los fieles argentinos.

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