Por: Agustin Roldan
Cada vez más los dominicanos esperan de los políticos una renovación, empezando por sus propuestas programáticas que, no dejando de ser esenciales para el progreso de la República Dominicana, se repiten cada cuatro años, algunas hasta el aburrimiento, sobre todo cuando se sabe que van a tener un difícil cumplimiento. Es lo que ocurre con la delincuencia, la igualdad, la discriminación, la energía, el transporte público o el acceso a la atención médica, aunque se construyan, cierto es, más hospitales y un teleférico, uno.
Esa falta de renovación provoca indiferencia y sorprende que los candidatos no sean más hábiles, quizás por anquilosamiento propio, o quizás porque menosprecian el intelecto del pueblo y su razonamiento. Alguna vez nos sorprenden con las famosas tablets para los alumnos, o simplemente con aquella silla de diseño dominicano para la que se convocó un concurso y de la que jamás se supo.
Llegan nuevos problemas a nuestro país y se apreciarían avances, por ejemplo, en la preservación de nuestro hábitat natural, la lucha contra el cambio climático o el acceso gratuito a Internet en los espacios públicos, ya que éste es un servicio que hoy debería de considerarse tan esencial como disponer de una calle o una carretera asfaltada e iluminada, pero fíjense, volveremos a escuchar a los candidatos hablar sobre lo mismo, lo que, repetimos, sigue siendo necesario.
El dominicano va a echar de menos una regeneración de las propuestas, porque de nada serviría tener sangre nueva, si las arterias tienes arteriosclerosis