Katherine O. Rocha
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«SOLO LA LUZ DEL (SU) AMOR PODRIA ILUMINAR LA OSCURIDAD DE TODO UN MUNDO». Novela «Oscuro». Lauren Kate
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«La calma que me puede»
Las tardes quietas llegan con arrojo a cambiarte los días.
Tal como las tempraneras mañanas…
Un mirar hacia dentro cuando los tiempos sean propicios,
para guarecerse de lo externo.
Las almas todo lo saben; lo registran para saber actuar, cuando el reloj esté marcando las horas… Un Tic Tac que no detiene su sonido en las mentes de la gente acostumbrada imparable pensar…
Tic tac, Tic tac… ¿Dónde puedo escapar de afuera, para reordenar mi hogar?
Observar desde el silencio, empuja la apertura de las células en acción; sutil mente que acaba entendiendo. Todo lo puede la calma; esta calma que me puede…
Es el mundo real… no el concebido tras aprendizaje autómata.
En él, puedes idear tus mayores ensoñaciones. Debes entregar un poco de fantasía al unirte a la dimensión no ilusoria del pensamiento naciendo, antes de forma concreta tener.
Salirse un rato… dominar la mente…
Salirse un rato. Es el mundo real.
Luego, y solo después de encontrar las herramientas de combate, en la casa compartida que en estaciones es dividida, separadas, como si un ligero cambio de clima, el alma también puede variar,
salir al paso,
fijarse metas,
no temer nunca si es que el mundo que ves, es el que has decidido tener;
hablar bien alto sin que la voz entorpezca,
cuidar posturas,
liberar ideas,
transformarlas, edificarte, fortalecerlas
solo luego,
te detienes convencido en el frente de tu frente
y haces posible que el diseño de Dios para el mundo,
en ti, se pueda ver.
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“Hacia la luz”
(Décima)
La sal del sudor en frente
la sangre que corre, duele
Palabras en molino muele
hacia penumbra silente,
aquello que aún se siente.
Es el fantasma que deambula.
Fachada del hambre-gula,
que inamovible, dolido,
pierde vida y sentido;
búsqueda sinfín es nula.
Trémula, esforzada yendo
en su anhelo indomable,
sin boca o labios que hable…
¡Pudiese ser está muriendo!
Sin sus alas va cayendo
y este cielo cual paraguas,
cubren a prisas las aguas
de su alma inadvertida,
que sin cruzar va perdida,
cual inútil mediagua.
Contaron que ayer partió,
más nunca, cuando quedose
paciente e invisible pose
que con tal fe prometió.
Más esta fuerza advirtió:
“No cualquiera entendería.
Tribulaciones tendría,
quien débil, no comprendiera
las libertades que Dios diera
y a la luz todos llevaría”.
