Efectos secundarios

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Por: Salvador Reims: Analista económico

República Dominicana ante la amenaza de una ralentización económica externa

La vulnerabilidad de nuestro país a las crisis económicas que sufren los países de los cuales recibimos turistas, remesas o inversiones tiene también su prisma de reverso cuando no es más difícil exportar a esos mismos países u otros, precisamente por la misma crisis internacional. Tal vez, la ralentización de los mercados pueda beneficiarnos en que, por existir menos demanda, el petróleo no nos salga tan costoso, pero eso es un consuelo que no sana los perjuicios de la inactividad económica, que pudiera conducirnos a más desbalance y más deuda.  Es decir, el contexto externo nos tiene en vilo.

Afortunadamente, nuestro primer socio, Estados Unidos, se expandió en 2018 a un ritmo del 2.9%, en buena parte gracias al impulso de los estímulos fiscales. El ritmo es siete décimas más alto que el registrado en el ejercicio precedente, pero, pese a su solidez, se queda una décima por debajo al objetivo que prometió Donald Trump. Hay, además, muchas dudas de que pueda mantenerse en 2019 ese ritmo y avisos de un mercado de valores sobrevaluado que pudiera sufrir una gran corrección. Eso sí, no pueden discutirse las buenas cifras de empleo existentes y que en el último trimestre del año volvieron a subir las exportaciones de EEUU.

Sin embargo, el panorama global en 2019 es de una gran incertidumbre, acentuado principalmente por el efecto que la guerra comercial entre Estados Unidos y China pueda tener en la economía y los mercados, sin estar en posición de excluirnos como país afectado dados sus seguros efectos secundarios, expresados en ralentización de la economía.

Los niveles de deuda pública y privada global son altos y –sin tener nada que ver con la salud de los bancos dominicanos-, existen serias advertencias por parte de los organismos para que los grandes bancos internacionales sigan reforzando su nivel de capital porque, de surgir una nueva crisis, ya no podrían ser rescatados como pasó en 2008.

Lo que los analistas están recetando para todos como medida preventiva, y aplicando la recomendación a la República Dominicana, se resume en la siguiente pregunta: ¿están los supervisores de las economías controlando los riesgos y están preparados para intervenir ante las fragilidades de cada país? Buena pregunta. Ya el Banco Central, en sus previsiones, estima que este año el crecimiento será más moderado que en 2018, aun conservando una estimación líder en América Latina. Pero la clave está en la contundencia de posibles choques externos, que los grandes expertos auguran ya como mucho más probables. Dado este panorama, lo aconsejable para usted, estimado lector, es trabajar muy seriamente en un fondo de reserva o de contención.

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